martes, 20 de abril de 2010

DIA DE LA MUSICA 2010

Hey hey hey!

Este año el Día de la Música en el Centro Histórico de Mazatlán, TE ESCUCHA a tí, antes que a TUS QUEJAS.

y funciona mas o menos así: En ALARCON SP hemos lanzado la encuesta mas importante del año, la que todo lo decide, la que no puedes dejar pasar, y luego ponerte a chillar porque no sabes quien viene a tocar, no te sabes sus rolas o NO TE GUSTA.

Aquí a mi DERECHA está la encuesta que todo lo decidirá, y este año, los contendientes SOOOON:

VICENTE G-A-Y-O !!!!!!!!



HELLO SEAHORSE!!


Hello Seahorse! "Bestia"

gomez | Video de MySpace


TOY SELECTAH (represent)



DISCO RUIDO



GIL CEREZO (kinky) DJ SET






USTED DECIDA

SEHER PARA INDIO



Hace unas semanas SEHER ONE nos platicó de su nuevo contrato con INDIO, ayer me pasaron su comercial nuevo.

jueves, 15 de abril de 2010

CHAIRLESS by ALEJANDRO ARAVENA for VITRA

miércoles, 14 de abril de 2010

CAN WE BE FRIENDS ?

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By: Freestyle Señorita


Alex Kapranos, vocalista de Franz Ferdinand, se fue de la Ciudad de México agradecido con los fanáticos que fueron a su concierto el sábado en el Auditorio Nacional, y también con la Policía que le "perdonó" haber tomado en la vía pública... gracias a un billete de 50 dólares.
El líder de la banda escocesa que tuvo presentaciones en Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal la semana pasada, "tweeteó" a las 00:30 de la madrugada del domingo que había sido detenido por policías mientras bebía tequila en la calle, pero 33 minutos después anunció que el problema estaba arreglado.
"Todo en orden. Mi amigo americano Grant lo solucionó. Menos mal que no tuve que recurrir a Franklin", decía el "tweet" de la 1:03 horas del domingo, en referencia a los Presidentes de Estados Unidos, Ulysses Grant y Benjamin Franklin, quienes aparecen en los billetes de 50 y 100 dólares.Alrededor de la media noche del domingo, Kapranos subió una foto "presentando" a su amigo Grant.
"Parece que los policías mexicanos lo tienen en alta estima", remató Kapranos en Twitter.
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-Y si yo tuviera twitter te hubiera contestado:
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"Ira el igualado este...
CON UN NETZA LA HUBIERAS HECHO....SUCKA!!!"
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martes, 13 de abril de 2010

salte por la tienda de regalos

sábado, 10 de abril de 2010

NUEVAS CANCIONES DE BLUR


¿Recuerdan a Blur?.. hace rato que volvió (en forma de fichas) pero el pedo esque ya no es nomas para tocar las viejas rolas y sacar un dvd y salir en las portadas de las revistas y luego tan tan (así fue al principio). Pues resulta que grabaron unas rolillas (no habían grabado nada juntos desde el 2003) y las van a rolar. Y por qué no habian hecho esto desde el principio (duh?), pues porque no es para sacar un nuevo album ni nada, sino para apoyar el Record store day que se celebra este 17 de abril, y quieren hacerles el paro a las tiendas indepenientes de discos lanzando un limited edition seven-inch, osease un disco que nosotros los mortales jamás conoceremos sino es en forma de mp3 (o si dan una buena lana).

"We want independent record store to continue, they're an important part of our musical culture," Dijo el compa Damon Albarn. "Music is a simple way for Blur to show our support and we hope people like it."

Dato curioso: Damon Albarn (es el creador de Gorillaokfnif bla eso no les iba a decir pero supuse que pensaron eso, o algo del plastic beach, pero nel se la pelaron) es dueño de una tienda de discos, el pedo es que no recuerdo donde está, pero pues ya se imaginaran que esta repleta de World Music y asi.

fuente: http://www.nme.com/news/blur/50585

viernes, 9 de abril de 2010

¿MUCHO ALBOROTO QUE POR QUE LA LINDSAY SE PONE TALCO EN LAS PATAS?



MEJOR QUE SE LAS LAVE!!


THE DISPARADOR'S GUÍA PARA IR A UN CONCIERTO (ETAPA 1)

He aquí mi guía máxima para ir a un concierto y que será dividida en una serie de etapas que cualquiera puede seguir antes de ir a un concierto.

Tengo amigos a los que les ofende ampliamente la gente que escucha muchas veces los discos del artista próximo a ser escuchado en un show, pero a mi me encanta hasta ver la precuela de la película que voy a ir a ver ( No aplicable, por ejemplo, si quieres ir a ver la nueva del freddy cruncher, son muchas y a como está la vida...).

Por otra parte, este asunto de mi guía para ir a un concierto lo estaré basando en el tan esperado concierto de Arctic Monkeys, al que voy a ir y uno de los que mas he esperado en mi vida. :) añíiio


ETAPA 1

Apérrese al YOU TUBE

(estaría muy poser iniciar nuestra etapa con lo de leer los especiales de la revista MOSKA, digo, si ya pagaste 650 pesos es porque mínimo conoces a la banda)

Lléguenle, hay montones de videos en línea. Presentaciones en vivo, videos nunca antes vistos porque se te fue el rollo buscarlos porque te la pasas bien con tan solo escuchar sus discos, porque no los pasan en el Mtv o Telehit o Bandamax o Videorola.

Aquí unas recomendaciones.



Crack heads, pimps y mucho mucho frrrrrrrrrríiio. (ah y un mago ahí pedorro que nada le sale)



un ataque de payasos rencorosos. :)



Morritas en good outfit y curvas 100% exóticas para los ingleses verijas frías. ( es lo único rescatable del video, y ni están tan acá maniaco)



Este de Dancing Shoes es como que muy de las ediciones de mi amigo Ricardo Bustamantes



Los mentados cuentos falsos de san francisco (requete sin chiste)



Creo que este es de los que mas me gustan, siempre me gustó mucho la batería de esta rola y la neta, el protagonismo del batako está bueno. ( se me figura al maxel en el medio de la palazuela de los leones y bien agüitadas las doñas de las visas)



Si, si, son unos musicazasos, pero unos videítos mas buenos no caerían muy mal, ¿no? (este funciona para cuando estas trabajando, lo dejas correr y cambias de ventana) es mas, ya me dió frío, creo.


Arctic Monkeys- I Bet That You Look Good on the Dancefloor
Cargado por filmguy606. - Ver más clips de música, videos en HD!

El que a todos nos sorprendió, y que demuestra que los de arriba son una mierda total. a estos compas hay que verlos en vivo, y si los hubiéramos visto ese día, como unos adolescentes todavía, nuestras vidas serían diferentes.


Arctic Monkeys - Crying Lightning
Cargado por emipubfrance. - Ver más clips de música, videos en HD!

El esperado tercer disco nos cacheteó y nos hizo recapacitar y saber que tenemos al futuro del rock and roll bien hecho enfrente de nosotros.

ETAPA 1.2

LOS VIDEOS EN VIVO!!!!!
así nos emocionamos mas y mas por verlos, escucharlos y brincar de alegría :)



GLASTONBURY 2007 y ya eran grandes.

Ya si eres, como yo, muy morboso, puedes acceder a los videos que ya están arriba de su nueva gira, misma a la que vas a ir.



Pronto la segunda Etapa.

jueves, 8 de abril de 2010


lunes, 5 de abril de 2010

Si me atrapan o me matan...nada cambia.



By: Freestyle Señorita
(Fuente/Proceso)


"Tenía interés en conocerlo", le dijo el capo del cártel de Sinaloa, colega y compadre de "El Chapo" Guzmán.
En el encuentro, que terminó en puntos suspensivos, El Mayo Zambada dejó un reto: "Me pueden agarrar en cualquier momento… o nunca".
Un día de febrero recibí en Proceso un mensaje que ofrecía datos claros acerca de su veracidad. Anunciaba que Ismael Zambada deseaba conversar conmigo. La nota daba cuenta del sitio, la hora y el día en que una persona me conduciría al refugio del capo. No agregaba una palabra. A partir de ese día ya no me soltó el desasosiego. Sin embargo, en momento alguno pensé en un atentado contra mi persona.
Me sé vulnerable y así he vivido. No tengo chofer, rechazo la protección y generalmente viajo solo, la suerte siempre de mi lado. La persistente inquietud tenía que ver con el trabajo periodístico. Inevitablemente debería contar las circunstancias y pormenores del viaje, pero no podría dejar indicios que llevaran a los persecutores del capo hasta su guarida. Recrearía tanto como me fuera posible la atmósfera del suceso y su verdad esencial, pero evitaría los datos que pudieran convertirme en un delator. Me hizo bien recordar a Octavio Paz, a quien alguna vez le oí decir, enfático como era: "Hasta el último latido del corazón, una vida puede rodar para siempre". Una mañana de sol absoluto, mi acompañante y yo abordamos un taxi del que no tuve ni la menor idea del sitio al que nos conduciría.
Tras un recorrido breve, subimos a un segundo automóvil, luego a un tercero y finalmente a un cuarto. Caminamos en seguida un rato largo hasta detenernos ante una fachada color claro. Una señora nos abrió la puerta y no tuve manera de mirarla.
Tan pronto corrió el cerrojo, desapareció. La casa era de dos pisos, sólida. Por ahí había cinco cuadros, pájaros deformes en un cielo azuloso. En contraste, las paredes de las tres recámaras mostraban un frío abandono. En la sala habían sido acomodados sillones y sofás para unas diez personas y la mesa del comedor preveía seis comensales. Me asomé a la cocina y abrí el refrigerador, refulgente y vacío. La curiosidad me llevó a buscar algún teléfono y sólo advertí aparatos fijos para la comunicación interna. La recámara que me fue asignada tenía al centro una cama estrecha y un buró de tres cajones polvosos. El colchón, sin sábana que lo cubriera, exhibía la pobreza de un cobertor viejo. Probé el agua de la regadera, fría y en el lavamanos vi cuatro botellas de Bonafont y un jabón usado. Hambrientos, el mensajero y yo salimos a la calle para comer, beber lo que fuera y estirar las piernas.
Caminamos sin rumbo hasta una fonda grata, la música a un razonable volumen. Hablamos sin conversar, las frases cortadas sin alusión alguna a Zambada, al narco, la inseguridad, el ejército que patrullaba las zonas periféricas de la ciudad. Volvimos a la casa desolada ya noche. Nos levantaríamos a las siete de la mañana.
A las ocho del día siguiente desayunamos en un restaurante como hay muchos. Yo evitaba cualquier expresión que pudiera interpretarse como un signo de impaciencia o inquietud, incluso la mirada insistente a los ojos, una forma de la interrogación profunda. El tiempo se estiraba, indolente y comíamos con lentitud. Las horas siguientes transcurrieron entre las cuatro paredes ya conocidas. Yo llevaba conmigo un libro y me sumergí en la lectura, a medias. Mi acompañante parecía haber nacido para el aislamiento. Como si nada existiera a su alrededor, llegué a pensar que él mismo pudiera haber desaparecido sin darse cuenta, sin advertirlo.
Me duele escribir que no tenía más vida que la servidumbre, la existencia sin otro horizonte que el minuto que viene. "Ya nos avisarán", me dijo sorpresivamente, "la llamada vendrá por el celular". Pasó un tiempo informe, sin manecillas. 'Paciencia', me decía.
Salimos al fin a la oscuridad de la noche. En unas horas se cruzarían el ocaso y el amanecer sin luz ni sombra, quieto el mundo. Viajamos en una camioneta, seguidos de otra. La segunda desapareció de pronto y ocupó su lugar una tercera. Nos seguía, constante, a cien metros de distancia.
Yo sentía la soledad y el silencio en un paisaje de planicies y montañas. Por veredas y caminos sinuosos ascendimos una cuesta y de un instante a otro el universo entero dio un vuelco. Sobre una superficie de tierra apisonada y bajo un techo de troncos y bejucos, habíamos llegado al refugio del capo, cotizada su cabeza en millones de dólares, famoso como "El Chapo" y poderoso como el colombiano Escobar, en sus días de auge zar de la droga. Ismael Zambada me recibió con la mano dispuesta al saludo y unas palabras de bienvenida:
–Tenía mucho interés en conocerlo.
–Muchas gracias–, respondí con naturalidad.
Me encontraba en una construcción rústica de dos recámaras y dos baños, según pude comprobar en los minutos que me pude apartar del capo para lavarme. Al exterior había una mesa de madera tosca para seis comensales y bajo un árbol que parecía un bosque, tres sillas mecedoras con una pequeña mesa al centro.
Me quedó claro que el cobertizo había sido levantado con el propósito de que el capo y su gente pudieran abandonarlo al primer signo de alarma. Percibí un pequeño grupo de hombres juramentados. A corta distancia del narco, los guardaespaldas iban y venían, a veces los ojos en el jefe y a ratos en el panorama inmenso que se extendía a su alrededor. Todos cargaban su pistola y algunos, además, armas largas.
Dueño de mí mismo, pero nervioso, vi en el suelo un arma negra que brillaba intensamente bajo un sol vertical. Me dije, deliberadamente forzada la imagen: podría tratarse de un animal sanguinario que dormita.
–Lo esperaba para que almorzáramos juntos–, me dijo Zambada y señaló la silla que ocuparía, ambos de frente. Observé de reojo a su emisario, las mandíbulas apretadas.
Me pedía que no fuera a decir que ya habíamos desayunado.
Al instante fuimos servidos con vasos de jugo de naranja y vasos de leche, carne, frijoles, tostadas, quesos que se desmoronaban entre los dedos o derretían en el paladar, café azucarado.
–Traigo conmigo una grabadora electrónica con juego para muchas horas–, aventuré con el propósito de ir creando un ambiente para la entrevista.
–Platiquemos primero.
Le pregunté al capo por Vicente, Vicentillo.
–Es mi primogénito, el primero de cinco. Le digo "Mijo". También es mi compadre. Zambada siguió en la reseña personal:
–Tengo a mi esposa, cinco mujeres, quince nietos y un bisnieto.
Ellas, las seis, están aquí, en los ranchos, hijas del monte, como yo. El monte es mi casa, mi familia, mi protección, mi tierra, el agua que bebo.
La tierra siempre es buena, el cielo no.
–No le entiendo.
–A veces el cielo niega la lluvia.
Hubo un silencio que aproveché de la única manera que me fue posible:
–¿Y Vicente?
–Por ahora no quiero hablar de él. No sé si está en Chicago o Nueva York. Sé que estuvo en Matamoros.
–He de preguntarle, soy lo que soy.
A propósito de su hijo, ¿vive usted su extradición con remordimientos que lo destrocen en su amor de padre?
–Hoy no voy a hablar de "Mijo". Lo lloro.
–¿Grabamos? (Silencio).
–Tengo muchas preguntas–, insistí ya debilitado.
–Otro día. Tiene mi palabra.
Lo observaba. Sobrepasa el 1.80 de estatura y posee un cuerpo como una fortaleza, más allá de una barriga apenas pronunciada. Viste una camisa verde cerrada al cuello y sus pantalones de mezclilla azul mantienen la línea recta de la ropa bien planchada.
Se cubre con una gorra y el bigote recortado es de los que sugieren una sutil y permanente ironía.
–He leído sus libros y usted no miente–, me dice.
Detengo la mirada en el capo, los labios cerrados.
–Todos mienten, hasta Proceso. Su revista es la primera, informa más que todos, pero también miente.
–Señáleme un caso.
–Reseñó un matrimonio que no existió.
–¿El del Chapo Guzmán?
–Dio hasta pormenores de la boda.
–Sandra Ávila cuenta de una fiesta a la que ella concurrió y en la que estuvo presente "El Chapo". –Supe de la fiesta, pero fue una excepción en la vida del "Chapo". Si él se exhibiera o yo lo hiciera, ya nos habrían agarrado.
–¿Algunas veces ha sentido cerca al Ejército?
–Cuatro veces. "El Chapo" más.
–¿Qué tan cerca?
–Arriba, sobre mi cabeza. Huí por el monte, del que conozco los ramajes, los arroyos, las piedras, todo. A mí me agarran si me estoy quieto o me descuido, como al Chapo. Para que hoy pudiéramos reunirnos, vine de lejos. Y en cuanto terminemos, me voy.
–¿Teme que lo agarren?
–Tengo pánico de que me encierren.
–Si lo agarraran, ¿terminaría con su vida?
–No sé si tuviera los arrestos para matarme. Quiero pensar que sí, que me mataría.
Advierto que el capo cuida las palabras. Empleó el término arrestos, no el vocablo clásico que naturalmente habría esperado. Zambada lleva el monte en el cuerpo, pero posee su propio encierro. Sus hijos, sus familias, sus nietos, los amigos de los hijos y los nietos, a todos les gustan las fiestas. Se reúnen con frecuencia en discos, en lugares públicos y el capo no puede acompañarlos. Me dice que para él no son los cumpleaños, las celebraciones en los santos, pasteles para los niños, la alegría de los quince años, la música, el baile.
–¿Hay en usted espacio para la tranquilidad?
–Cargo miedo.
–¿Todo el tiempo?
–Todo.
–¿Lo atraparán, finalmente?
–En cualquier momento o nunca.
Zambada tiene sesenta años y se inició en el narco a los dieciséis. Han transcurrido cuarenta y cuatro años que le dan una gran ventaja sobre sus persecutores de hoy. Sabe esconderse, sabe huir y se tiene por muy querido entre los hombres y las mujeres donde medio vive y medio muere a salto de mata.
–Hasta hoy no ha aparecido por ahí un traidor–, expresa de pronto para sí. Lo imagino insondable.
–¿Cómo se inició en el narco?
–Nomás.
Su respuesta me hace sonreír.
–¿Nomás? Vuelvo a preguntar.
–Nomás. Vuelve a responder.
Por ahí no sigue el diálogo y me atengo a mis propias ideas: el narcotráfico como un imán irresistible y despiadado que persigue el dinero, el poder, los yates, los aviones, las mujeres propias y ajenas con las residencias y los edificios, las joyas como cuentas de colores para jugar, el impulso brutal que lleve a la cúspide. En la capacidad del narcotráfico existe, ya sin horizonte y aterradora, la capacidad para triturar.
Zambada no objeta la persecución que el gobierno emprende para capturarlo. Está en su derecho y es su deber. Sin embargo, rechaza las acciones bárbaras del ejército. Los soldados, dice, rompen puertas y ventanas, penetran en la intimidad de las casas, siembran y esparcen el terror. En la guerra desatada encuentran inmediata respuesta a sus acometidas. El resultado es el número de víctimas que crece incesante. Los capos están en la mira, aunque ya no son las figuras únicas de otros tiempos.
–¿Qué son entonces?–, pregunto.
Responde Zambada con un ejemplo fantasioso:
–Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
–¿Nada, caído el capo?
–El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí.
A juicio de Zambada, el gobierno llegó tarde a esta lucha y no hay quien pueda resolver en días problemas generados por años. Infiltrado el gobierno desde abajo, el tiempo hizo su "trabajo" en el corazón del sistema y la corrupción se arraigó en el país. Al Presidente, además, lo engañan sus colaboradores. Son embusteros y le informan de avances, que no se dan, en esta guerra perdida.
–¿Por qué perdida?
–El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.
–Y usted, ¿qué hace ahora?
–Yo me dedico a la agricultura y a la ganadería, pero si puedo hacer un negocio en los Estados Unidos, lo hago. Yo pretendía indagar acerca de la fortuna del capo y opté por valerme de la revista "Forbes" para introducir el tema en la conversación. Lo vi a los ojos, disimulado un ánimo ansioso:
–¿Sabía usted que "Forbes" incluye al Chapo entre los grandes millonarios del mundo?
–Son tonterías.
Tenía en los labios la pregunta que seguiría, ahora superflua, pero ya no pude contenerla.
–¿Podría usted figurar en la lista de la revista?
–Ya le dije. Son tonterías.
–Es conocida su amistad con "El Chapo" Guzmán y no podría llamar la atención que usted lo esperara fuera de la cárcel de Puente Grande el día de la evasión. ¿Podría contarme de qué manera vivió esa historia?
–"El Chapo" Guzmán y yo somos amigos, compadres y nos hablamos por teléfono con frecuencia. Pero esa historia no existió. Es una mentira más que me cuelgan. Como la invención de que yo planeaba un atentado contra el Presidente de la República. No se me ocurriría.
–Zulema Hernández, mujer de el "El Chapo", me habló de la corrupción que imperaba en Puente Grande y de qué manera esa corrupción facilitó la fuga de su amante.
-¿Tiene usted noticia acerca de los acontecimientos de ese día y cómo se fueron desarrollando? –Yo sé que no hubo sangre, un solo muerto. Lo demás, lo desconozco.
Inesperada su pregunta, Zambada me sorprende:
–¿Usted se interesa por el Chapo?
–Sí, claro.
–¿Querría verlo?
–Yo lo vine a ver a usted.
–¿Le gustaría…? –Por supuesto.
–Voy a llamarlo y a lo mejor lo ve.
La conversación llega a su fin. Zambada, de pie, camina bajo la plenitud del sol y nuevamente me sorprende: –¿Nos tomamos una foto? Sentí un calor interno, absolutamente explicable. La foto probaba la veracidad del encuentro con el capo. Zambada llamó a uno de sus guardaespaldas y le pidió un sombrero. Se lo puso, blanco, finísimo.
–¿Cómo ve?
–El sombrero es tan llamativo que le resta personalidad.
–¿Entonces con la gorra?
–Me parece.
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El guardaespaldas apuntó con la cámara y disparó.
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